Los ánimos se han caldeado bastante en Europa del Este en los últimos días tras la decisión de Rusia de enviar tropas a Crimea para proteger lo que considera «sus intereses» en la región, un movimiento que amenaza con convertir la crisis política ucraniana en algo más serio. La intervención rusa ha pillado por sorpresa tanto al presidente Obama como al resto de la comunidad internacional, que se apresuran a tomar posiciones, pero los inversores pueden permitirse adoptar una perspectiva de largo plazo a la hora de considerar las implicaciones económicas y financieras.
Los acontecimientos en Ucrania han despertado claramente la aversión al riesgo entre los inversores y es probable que continúen generando volatilidad, sobre todo ahora que Ucrania parece estar a las puertas de una desordenada quiebra soberana. No obstante, y exceptuando la volatilidad, las consecuencias directas de los problemas de Ucrania sobre la economía y las finanzas mundiales deberían ser más bien limitadas. La implicación de Rusia eleva el potencial de contagio a otros mercados y la posibilidad de que los precios mundiales de la energía se vean afectados directa e indirectamente, dado el papel de Rusia como negociador en Oriente Próximo. Sin embargo, de producirse un distanciamiento entre Rusia y Occidente, la parte que saldrá peor parada será, casi con total seguridad, Rusia.
Rusia entra en combate
Al presidente Putin le ha faltado tiempo para intentar sacar tajada de la inestabilidad en Ucrania y hacerse con Crimea, una región importante desde el punto de vista táctico. En Crimea se encuentra el único puerto naval ruso que se mantiene operativo todo el año y que además supone un acceso estratégico al Mediterráneo. Está claro que estos factores han pesado en el proceso de decisión de Putin pero las consecuencias económicas ya se han hecho patentes y continuarán agravándose si se mantiene el enfrentamiento.
El mercado de valores ruso ha registrado fuertes caídas que han afectado especialmente a las acciones bancarias. De hecho, el MICEX —el principal índice bursátil ruso— ha perdido 58.000 millones de dólares en solo tres días, una cantidad superior a los 51.000 millones empleados en los preparativos de los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi. La divisa rusa también se ha visto afectada y el rublo se ha depreciado aproximadamente un 10% frente al dólar desde principios de año. El banco central ruso (CBR) ha intentando calmar la situación aumentando su tipo de interés de referencia en 150 puntos básicos, hasta el 7%, lo que podría relajar la presión a corto plazo a costa de dañar las perspectivas de una recuperación ya de por sí débil: en 2013, la economía rusa solo creció un 1,3%.
Por supuesto, el coste económico de esta crisis sería aún mayor para Rusia si la comunidad internacional decidiese castigar a Putin por la intervención militar en Crimea. El Wall Street Journal se ha mostrado partidario de que Estados Unidos imponga duras sanciones económicas y financieras a Rusia, algo que nosotros vemos poco probable que ocurra. Sin embargo, tanto Reino Unido como Estados Unidos han condenado las acciones de Rusia y han amenazado con expulsar al país del G8. Este posible aislamiento económico y político supondría un nuevo obstáculo para la recuperación económica rusa en 2014.
Ucrania
La situación financiera de Ucrania ya era crítica antes de la intervención rusa. Aunque los dirigentes occidentales le han prestado su apoyo diplomático, lo que el país necesita desesperadamente es apoyo financiero. El gobierno interino ucraniano está negociando un acuerdo de rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Mientras, las reservas en divisa extranjera del país se encuentran en niveles mínimos, al igual que la divisa nacional (la grivna).
El FMI ha dejado claro que hará todo lo posible para evitar un desenlace negativo en Ucrania pero, dada la fragilidad del nuevo gobierno —y los interrogantes sobre su legitimidad—, no podemos descartar una posible quiebra soberana. El coste de las coberturas frente a una hipotética quiebra de Ucrania ha aumentado 300 puntos básicos desde el verano.
Aunque no es nuestro escenario principal, una quiebra soberana total o parcial podría provocar aún más volatilidad en los mercados emergentes. No obstante, pensamos que las consecuencias económicas directas de la situación de Ucrania serán más bien limitadas. La economía ucraniana equivale a tan solo el 1,4% de la economía de la eurozona y un tercio de la polaca. Además, el impacto del país sobre las bolsas mundiales es muy pequeño porque se trata de un mercado frontera (según la clasificación MSCI) y solo representa el 0,15% del índice MSCI Frontier Markets.
Materias primas
Las tensiones geopolíticas suelen asociarse a un repunte de los precios de la energía, sobre todo si la región implicada tiene una importancia logística clave, como en este caso. Tres de los cuatro principales gasoductos que conectan Rusia con Europa Occidental atraviesan Ucrania y transportan el 80% de las exportaciones de gas ruso a Europa. Los precios del gas natural y del petróleo han ido aumentando de forma gradual desde finales de enero, a medida que la crisis se iba recrudeciendo.
Además, la importancia agrícola de Ucrania añade otra dimensión al impacto sobre los precios de las materias primas. En las últimas semanas, los precios mundiales del trigo y el maíz han repuntado con fuerza y los precios de las materias primas en general han alcanzado máximos de seis meses (ver gráfico). No podemos descartar nuevos aumentos de precios mientras continúe la inestabilidad. Este incremento de los precios del gas y del petróleo nos sirve como recordatorio de por qué los inversores deberían mantener siempre en sus carteras algo de exposición a materias primas.
Implicaciones para la inversión
La decisión de Rusia de enviar tropas a Crimea para proteger lo que considera sus «intereses básicos» ha intensificado la crisis en Ucrania y podría acabar teniendo graves consecuencias sobre toda la región. La situación económica y financiera tanto de Ucrania como de Rusia podría verse profundamente afectada si la crisis se prolonga en el tiempo. En el caso de Rusia, además, podría provocar el deterioro de las relaciones con Occidente. Lo que ya no está tan claro es si la situación en Ucrania alterará el entorno de inversión mundial desde una perspectiva fundamental.
Los inversores deben prepararse para un incremento de la volatilidad en la región y en el resto de mercados emergentes y estar atentos al posible contagio de ciertos bancos europeos y de otras empresas con fuertes intereses comerciales en Rusia o Ucrania. Con respecto a la renta variable rusa, podemos decir que las cotizaciones ya descuentan en gran medida las malas noticias. A las valoraciones actuales, no hace falta ser demasiado optimista con el futuro del país para ver que los activos rusos ofrecerán potencial alcista en cuanto se calme la crisis.
Fuente: Alex Dryden y Stephanie Flanders – JP Morgan Market Insights
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