Las presiones deflacionistas siguen presentes en la Eurozona. Según el informe de inflación de la semana pasada, el IPC general cayó hasta 0,8% (a/a) en diciembre, por debajo del dato de consenso de 0,9% y bien por debajo del nivel objetivo del BCE del 2%. La recuperación de la Eurozona se encuentra aún en sus comienzos, pero el crecimiento económico y la inflación están en línea con las previsiones actuales del BCE, lo que sugiere que el BCE podría no actuar en los próximos meses. Sin embargo, para mantener la recuperación, el BCE tendrá que intervenir para proteger la economía de la deflación. Una posible fórmula sería continuar la bajada sorpresa de los tipos de interés que tuvo lugar en noviembre con un movimiento más drástico hacia tipos negativos. Esto implicaría que los bancos tendrían que pagar por depositar dinero en el banco central, lo que debería incentivarles a prestar ese dinero, empujando así la inflación al alza. El concepto de tipos negativos no ha sido lo suficientemente probado en la práctica, por lo que existe un riesgo de consecuencias inesperadas derivadas de una acción de este tipo, pero, como dice el refrán, “a grandes males, grandes remedios”.
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