No es el sueño gastronómico de un niño, ese helado que culmina el opíparo banquete de hamburguesa con patatas y refresco. Es un títular sintético para anunciar los cambios que ayer hice en la cartera. Vendí McDonalds y Coca Cola y compré Volkswagen.
McDonalds publicaba ayer las ventas mensuales de agosto. La cifra global, como siempre, entre el 1% y el 2% de crecimiento, no presentaba sorpresas. El desglose por zonas geográficas sí aportaba alguna novedad. Aunque sea solo un mes, y sea uno especialmente cíclico como es agosto, por primera vez se registraban crecimientos apreciables en Europa, con un aumento de las ventas del 3,3% (frente al 1% de América y Asia). Calificar este dato como brote verde puede ser un sarcasmo para los enemigos del colesterol, pero para mí no es un dato menor. Son varios ya los indicadores reales (que provienen de ventas publicadas por compañías cotizadas con cuotas de mercado relevantes) que apuntan a una levísima, pero real, recuperación en Europa.
No fueron estos resultados, nada sustancialmente distinto de lo que cabía esperar, los que me llevaron a desinvertir en la compañía, y a hacer lo propio con Coca Cola. McDonalds y Coca Cola siguen siendo dos compañías de gran calidad a un precio no barato pero sí razonable. Cotizan a un múltiplo de entre 17 y 18 veces su beneficio previsto, en línea con su propia media histórica. Crecen a un dígito bajo y no dan grandes sorpresas bursátiles. En el tiempo que han permanecido en la cartera del fondo su contribución neta ha sido marginalmente negativa (-2%, frente a un +5% del fondo), pero en los peores momentos de mercado cayeron la mitad que los índices, dando estabilidad al liquidativo. Buenas compañías para un entorno de riesgo alto, con menor potencial que otras en un escenario de normalización de primas, como el que anticipa la pausada pero progresiva normalización de las rentabilidades de los bonos soberanos alemán y norteamericano.
¿Por qué razón las vendo? Para hacer hueco a compañías que presentan mayor potencial. En concreto, para dar entrada a Volkswagen, cuya entrada elevará la exposición del fondo al sector de automoción hasta niveles superiores al 10%, sumándose a BMW y Daimler, ya en cartera.
Las grandes compañías alemanas de automoción serán capaces de cerrar 2013 con incrementos de ventas, alcanzando máximos históricos en unidades entregadas, y de mantener el beneficio ordinario. Este es un mérito no menor habida cuenta de la debilidad de su mercado principal y de mayor margen, el europeo, que sigue registrando tasas de crecimiento negativas desde niveles muy bajos. Cotizando a múltiplos próximos o inferiores a 10 veces beneficios cualquier leve recuperación en Europa les ofrece un claro potencial de revalorización.
Josep Prats Orriols
Gestor de Abante European Quality
Artículo publicado originalmente en Unience
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