Una idea que está circulando recientemente por los mercados es la idea de que la renta fija es, a los niveles a los que cotiza, más arriesgada que las acciones. Incluso algunos gestores de fondos vienen transmitiendo esta idea desde hace algún tiempo, caso por ejemplo del famoso Bill Miller.
Si bien es cierto que con los tipos de interés tan bajos existe un cierto riesgo de pérdida para aquellos inversores que están invertidos en renta fija (ya que si empiezan a subir los tipos de interés, eso se traduciría en pérdidas para los fondos de bonos) y que por otra parte podemos admitir que hay más valor en la renta variable que en la renta fija (sobre todo para aquellos que invierten a largo plazo), concluir que los bonos son más arriesgados que las acciones no es técnicamente correcto.
El riesgo puede medirse de muchas formas, pero quizá la forma más intuitiva y útil para el inversor es utilizar lo que los expertos llaman el maximum drawdown (o pérdida máxima). Esta estadística mide simplemente la pérdida máxima que ha sufrido un activo, un fondo, un valor, etc en un determinado periodo de tiempo. Es, por decirlo de alguna forma, el peor escenario posible al que puede enfrentarse el inversor.
Si comparamos la pérdida máxima de distintos tipos de activos en estos últimos diez años, se aprecia claramente que la renta variable presenta una pérdida máxima muy por encima de cualquier activo de renta fija (en la tabla adjunta hemos comparado un índice de renta variable – el S&P 500 en USD – con tres índices de renta fija – uno diversificado, uno de bonos high yield y otro de bonos corporativos).
Entiendo que uno pueda argumentar que los datos de la tabla no son más que un reflejo del riesgo pasado y que el riesgo futuro puede que no sea exactamente idéntico a este. Sin duda. Pero nadie sabe cuál puede ser ese riesgo futuro. Nadie sabe cuándo ni cuánto pueden subir los tipos de interés.
Además muchos inversores presuponen que el riesgo de la renta fija es totalmente independiente del riesgo de la renta variable. Es discutible. Una subida de tipos de interés también tiene un impacto (en principio negativo) sobre la valoración de las acciones (aunque solo fuera porque se descuentan flujos de caja futuros a una tasa de interés mayor).
Lo que muestra la siguiente tabla es que la correlación entre bolsa y bonos es del 50% cuando los bonos caen, pero es prácticamente nula cuando la bolsa cae.