Nos acercamos al final de año y como es tradicional la industria de planes de pensiones ya está calentando motores. Para ayudarles a tomar las mejores decisiones de inversión hemos preparado para usted una serie de artículos para analizar si realmente merece la pena aportar a un plan de pensiones. Vamos a empezar con una comparativa entre planes y fondos centrada en la fiscalidad. Queremos, en definitiva, contestar a la pregunta de si realmente los planes de pensiones son fiscalmente más ventajosos que los fondos de inversión y si esa ventaja se da en todos los supuestos.
Es sabido que la gran ventaja de los planes de pensiones respecto a otros instrumentos financieros que también pueden servir para complementar la jubilación (como los fondos de inversión) es su favorable trato fiscal a la hora de realizar las aportaciones.
Esa ventaja fiscal consiste en que el partícipe puede deducirse de su base imponible las cantidades aportadas hasta un determinado límite que depende de la edad y de los ingresos totales.
Las aportaciones no pueden superar los 10.000 euros anuales para los que tengan 50 años o menos (con el tope del 30% de la suma de los rendimientos del trabajo y de actividades económicas percibidos en el año) y los 12.500 euros anuales para los mayores de 50 años (con un tope del 50% de la suma de los rendimientos del trabajo y de actividades económicas).
En este aspecto (el de las aportaciones) hay que reconocer que el plan de pensiones es sin duda el instrumento financiero que más ventajas ofrecen al inversor. Pero si uno quiere comparar el plan de pensiones con el fondo de inversión, no sólo hay que analizar la fiscalidad a la hora de aportar sino también la fiscalidad a la hora de rescatar el dinero. Y en ese terreno el fondo le gana la partida al plan de pensiones.
En efecto, las cantidades que uno retira de un plan de pensiones, tributarán (tanto por las aportaciones como por las ganancias generadas) como rendimientos del trabajo. Mientras en un fondo de inversión, sólo deberán tributar las ganancias y éstas lo harán al 21% si no superan los 6.000 euros, luego pasan a tributar al 25% entre 6.000 y 24.000 euros y suben al 27% a partir de 24.000 euros.
Para ver si realmente merece la pena aportar a un plan de pensiones, hemos realizado una pequeña comparativa (muy teórica) que compara lo que un partícipe obtendría después de de impuestos en un plan de pensiones y en un fondo de inversión al cabo de un determinado número de años y suponiendo una rentabilidad idéntica para los dos instrumentos financieros. En las tablas adjuntas las casillas que figuran en verde significan que la diferencia es a favor del plan de pensiones; las que figuran en rojo indican que la diferencia es a favor del fondo de inversión.
Para realizar los cálculos se ha tenido en cuenta tres tipos impositivos:
a) El tipo impositivo del partícipe en el momento de las realizar las aportaciones; en principio sería su tipo marginal. Para no complicarlo demasiado hemos supuesto que ese tipo marginal pueda ir desde el 10% hasta el 40% (son tipos teóricos que no tienen nada que ver con la realidad, pero nos sirven para la comparativa que queremos hacer).
b) El tipo impositivo del partícipe en el momento de retirar el dinero. En los cálculos hemos supuesto (es bastante realista) que el tipo impositivo tras la jubilación es menor que el tipo impositivo durante el periodo activo del partícipe.
c) El tipo impositivo pagado sobre las plusvalías procedentes de fondos de inversión. Para simplificar los cálculos hemos supuesto un tipo del 25% (ya que son plusvalías generadas en más de un año).
Son varias las conclusiones que podemos sacar de este pequeño estudio.
1) A misma rentabilidad la ventaja fiscal que tienen los planes de pensiones sobre los fondos de inversión a la hora de aportar compensa con creces el peor tratamiento fiscal de los planes que tienen los planes en el momento de retirar el dinero.
2) La diferencia entre planes y fondos aumenta con el tiempo y con la rentabilidad en beneficio de los primeros. Por lo tanto si opta por los planes de pensiones hágalo cuanto antes para aprovecharse del efecto temporal y con una cartera diversificada.
3) La diferencia entre planes y fondos también aumenta, en favor de los primeros, con la diferencia entre el tipo impositivo a la hora de aportar y el tipo impositivo a la hora de retirar el dinero invertido. Cabe recordar que el partícipe no tiene la obligación de retirar el dinero el mismo año en el que se jubila. Puede perfectamente mantener el dinero en el plan y elegir el mejor momento (fiscalmente hablando) para rescatarlo. Por ese motivo en las tablas no se ha contemplado los casos en los que el partícipe tributa a un tipo superior en el momento del rescate del plan de pensiones.
4) Hay que tener en cuenta que los datos calculados proceden de un ejercicio muy teórico ya que suponen que el partícipe reinvierte en el plan de pensiones el ahorro de impuestos de las aportaciones al plan. En la práctica muy pocos inversores actúan de esta manera. Pero, en realidad, es el interés compuesto sobre ese ahorro fiscal el que proporciona la gran ventaja para los planes.
En nuestro ejercicio hemos supuesto que un inversor consigue la misma rentabilidad en un plan de pensiones que en un fondo de inversión. Comprobaremos en un próximo artículo si éste es un supuesto realista o no.