El año pasado en Europa unos 81.000 millones de euros fueron a parar a fondos de renta fija según los datos de Morningstar. mil millones fueron a invertir en fondos de renta fija, datos de Morningstar.
Los fondos de deuda emergente lo han hecho relativamente bien, con unos flujos netos positivos de cerca de 18.000 millones de euros. De esta cantidad, 4.500 millones fueron para los fondos de deuda emergente en moneda local y una cantidad equivalente para los fondos de deuda emergente en euros, 2.800 millones para los fondos de deuda emergente global y unos 2.500 millones para los fondos de deuda asiática.
Dicho esto, la deuda eergente ha experimentado un año volátil. La clase de activos resistió bastante bien tras el movimiento de subidas de tipos de interés tras el "Brexit" en junio pasado. Pero ha tenido un peor comportamiento después de la victoria de Donald Trump y la nueva subida de tipos de la Reserva Federal y el fortalecimiento del dólar.
Un dólar más fuerte debilita a las economías emergentes, especialmente aquellas con un déficit en su cuenta corriente y cuentas públicas. Además, el problema se agrava cuando la financian su deuda en dólares en lugar de su moneda local.
Algunos países son menos dependientes de la financiación en dólares y han hecho significativos esfuerzos en el saneamiento de su situación financiera, hasta el punto de tener unos niveles de deuda sobre el PIB más bajos que los países desarrollados (caso de Indonesia, Turquía, China, Corea del Sur, Polonia, México o Malasia). Lo cierto es que los inversores que están interesados en esta clase de activos deben ser conscientes de su nivel de riesgo y el importante papel que pueden jugar las divisas en su rentabilidad. Desde este punto de vista, es probable que el 2017 sea otro año volátil.
Uno de los aspectos más destacados de la deuda pública de los países emergentes en 2016 fue la apertura del mercado de bonos de China a los inversores internacionales a través del China Interbank Bond Market. El país ha conseguido así unos 26.000 millones de dólares en todo el mundo, principalmente a través de los bancos centrales que han comenzado a diversificar su cartera de divisas después de la inclusión del yuan chino en la canasta de monedas que componen los derechos especiales de giro del FMI.
El año también estuvo marcado por el retorno de Argentina a los mercados internacionales de capital, tras un acuerdo con sus acreedores. Brasil, en cambio, vio su deuda desertada, pero esto puede cambiar con la mejora gradual de los fundamentales del país.
En 2016, los índices de deuda emergentes subieron un 6,1%, después de una rentabilidad negativa del 10,7% en 2015, lo que permite a esta clase superar al Bund alemán (4%) y a los bonos del Tesoro americano (4, 8%) - aunque hay que tener en cuenta que estos dos últimos activos soportan un riesgo mucho menor.