Estoy convencido de que los inversores saben elegir buenos fondos. No hablo de aquellos que se dejan “aconsejar” por su entidad financiera que, en muchos casos, se limita a colocar el producto de turno o el producto más caro. Esto pasa aquí en España y en cualquier otro lugar del mundo. Pero el inversor que hace el esfuerzo de comparar rentabilidades y de analizar los costes de los distintos productos, suele en la mayoría de los casos comprar fondos “buenos”. Pero los utilizan mal.
Primero, porque suelen cometer el error de comprar y vender participaciones de esos fondos a destiempo. Un reciente estudio elaborado por Morningstar a nivel europeo muestra que cada año los inversores pierden en torno a 34 puntos básicos (es decir, un 0,34%) debido a su incapacidad de entrar y salir de los fondos en el momento correcto. Estos suelen comprar caro y vender barato. Todo lo contrario de lo que sugiere el sentido común. Además, el estudio muestra que la diferencia entre la rentabilidad del fondo y la rentabilidad del inversor medio (teniendo en cuenta los flujos de entrada y de salida) es mayor en fondos muy volátiles, como los fondos de acciones de mercados emergentes o los fondos sectoriales.
Pero ese no es el único “error” que comenten los inversionistas con sus fondos. Los inversionistas también utilizan mal los fondos a la hora de construir sus carteras. Generalmente suelen acumular fondos de diversos tipos sin preguntarse realmente cuál es la distribución de activos deseada. En muchos casos ocurre, pasado un cierto periodo, que los inversores no recuerdan por qué motivo compraron tal o tal fondo.
Es importante recordar que cada fondo deber cumplir una determinada función dentro de la cartera, función que, para un mismo fondo, puede ser distinta de un inversor a otro. Uno, por ejemplo, puede invertir en un fondo de acciones con la pretensión de obtener una rentabilidad a largo plazo por encima de la inflación. Pero otro inversor puede invertir en ese mismo fondo, de forma especulativa, con el objetivo de sacarle una ganancia a corto plazo. De la misma forma, un partícipe puede juzgar conveniente incluir un fondo de renta fija en su cartera para darle cierta estabilidad, mientras que otro partícipe puede comprar participaciones de un fondo de bonos pensando aprovecharse puntualmente de una caída de tipos de interés.
Es fundamental, por lo tanto, tener claras cuáles son las expectativas depositadas en cada fondo de la cartera. Piense en los objetivos que le llevaron a incluir cada uno de sus fondos en su cartera y compruebe si estos objetivos siguen siendo válidos hoy en día.