Hay una estadística que se analiza muy poco en el mundo de los fondos de inversión pero que tienen su importancia a la hora de valorar un producto: es la rotación de cartera (dato que, por cierto, publica la Comisión Nacional de Valores en sus informes trimestrales). La rotación de cartera, en el jargón financiero, representa el número de veces que los gestores cambian su cartera. Una tasa anual del 100%, por ejemplo, indica que el gestor ha realizado cambios por una cantidad igual a los activos totales. Sin embargo, esto no quiere decir que el gestor haya modificado todas sus posiciones; podría haber mantenido la mitad y cambiar la otra parte dos veces. En todo caso, mide la actividad del gestor y, en este sentido, puede ser indicativo de lo activa que es su gestión.
Probablemente la tasa o el índice de rotación de la cartera no es la variable que más va a influir en la rentabilidad del fondo. Un análisis realizado por Morningstar hace algunos años mostró que la rotación de cartera tiene una capacidad predictiva menor que otros indicadores tales como los costes, el rating o la duración de los gestores, aunque evidentemente cuanto más rota la cartera el gestor más costes de transacción genera, costes que van a minorar la rentabilidad total del fondo.
La rotación generalmente se utiliza como un sustituto de los costes de transacción. Sin embargo, tiene sus límites. Ambas métricas se ven afectadas por diferentes factores más allá de la compraventa de valores, tales como los volúmenes de intercambio o la liquidez de los valores. Otros factores a considerar son el tamaño de los activos del fondo y el tipo de valores. Por ejemplo, las acciones de pequeña capitalización tienen mayores costes de transacción. Al elegir fondos de renta variable de gran capitalización, probablemente la rotación tiene poca importancia, y tiene más en el caso de pequeña capitalización.
Si miramos el ratio de éxito, que evalúa la probabilidad de que el fondo sobreviva y tenga una rentabilidad superior a su categoría, nuestro análisis desvela que los fondos que rotan menos obtienen mejores resultados que los que rotan más. Los datos sugieren que los inversores pueden obtener mejores resultados si se mantienen alejados de los fondos con alta rotación, puesto que se ven perjudicados por los elevados costes de transacción.
La rotación de la cartera es, desde luego, útil para comprender la estrategia del fondo. Revela, por ejemplo, si el gestor realmente tiene una estrategia concreta orientada al largo plazo. Es la prueba del algodón de si un gestor aplica el principio del “buy and hold” o no.