También es el sueño de muchos gestores. Pero sabemos que eso es muy difícil de conseguir. No es imposible desde luego. En el pasado, hubo gestores en el mercado americano que lo lograron, como Bill Miller que batió al S&P durante 15 años seguidos entre 1991 y 2005 o el mítico Peter Lynch que batió a ese mismo índice durante 9 años, entre 1975 y 1983.
Pero hoy parece que es cada vez más difícil encontrar a gestores que consiguen esos récords. Hemos analizado, por ejemplo, el comportamiento de los fondos de renta variable americana en estos últimos diez años, más exactamente en el periodo 2005-2014 y calculado, en ese lapso de tiempo, el número de gestores que han conseguido batir al índice (en este caso el S&P 500), año tras año, de forma consecutiva.
El resultado es el siguiente: de un total de 968 gestores de renta variable americana, 80 han conseguido batir al índice en un solo año (es decir, nunca han conseguido batir al índice 2 años consecutivamente); 613 han conseguido batir al benchmark en dos años naturales de forma consecutiva; 193 en 3 años de forma consecutiva; 43 en cuatro años consecutivamente, 29 en cinco años de forma consecutiva y tan sólo 10 en seis años de forma consecutiva. Y paramos de contar ya que ningún gestor ha logrado batir el S&P 500 en más de seis años de forma consecutiva.
Además de esos 10 gestores, 4 gestionan fondos que siguen al Nasdaq 100, por lo que deberíamos quedarnos con apenas 6 gestores. Lo curioso de las estadísticas es que si calculamos la probabilidad de que un mono obtenga resultados similares, lanzando dardos en un tablero dividido en partes iguales en blanco y negro, la probabilidad de que lance seis veces consecutivas en la parte del tablero del mismo color, es mayor al resultado obtenido por los gestores respecto al S&P 500.
Muchos concluirán que eso demuestra una vez más que es mejor invertir en un fondo de gestión pasiva que intentar buscar un gestor activo que bata al índice. Pero evaluar la labor del gestor bajo ese prisma, midiendo el número de años consecutivos que ha batido al benchmark, no es lo más adecuado.
Con esa vara de medir, tampoco pasaría la prueba el mismísimo Warren Buffet. En toda su carrera, lo más que ha podido conseguir el oráculo de Omaha es batir al S&P 500 durante 3 años de forma consecutiva. Pero, claro, viendo los resultados a largo plazo uno prefiere confiar su patrimonio a Warren Buffett que no a un mono. En el periodo analizado, de 1995 a 2014, Buffett habría convertido 1 millón de dólares en 11 millones de dólares, mientras que cualquier fondo índice tan sólo habría conseguido la mitad, unos 6,5 millones de dólares.
En conclusión, el que selecciona a un gestor por su capacidad de batir consistentemente, año tras año, al índice de referencia corre el riesgo de, al final, quedarse con el mono.