Escribir que lo que mejor le conviene a cualquier inversor ya sea especulador o inversor a largo plazo, es un buen fondo de inversión (o una buena cartera de fondos) puede parecer una provocación, pero no lo es. No quiero decir con ello que no haya especuladores que obtengan resultados satisfactorios o inversores a largo plazo que con una buena cartera de valores consiguen una rentabilidad superior al mejor gestor de fondos. Por supuesto que los hay, pero es difícil, incluso para los mejores analistas.
Y tengo prueba de lo que digo. Cada año, en el mes de diciembre (y desde el año 2005), la revista Barron’s (en su tradicional Barron’s Outlook) le pide a los analistas de Wall Street señalar cuáles creen que serán los sectores más rentables de cara al siguiente ejercicio. La mayoría de las veces los especialistas no aciertan. El año pasado, por ejemplo, el mejor sector (en Estados Unidos) fue el financiero. Pues bien, 9 de cada 10 analistas recomendó evitar el sector. Al contrario, 9 de cada 10 analistas indicó que el mejor sector iba a ser el tecnológico, el cual tuvo un comportamiento por debajo de la media.
Pero los analistas o economistas que participan en este tipo de encuestas no sólo se equivocan en la distribución sectorial. También se equivocan con otros tipos de activos como los tipos de interés o eventos macroeconómicos (muchos analistas preveían un derrumbe del euro el año pasado). Ahora bien, ¿qué es más recomendable, invertir directamente en acciones o hacerlo a través de fondos?
En Morningstar no privilegiamos una forma de invertir respecto a otra. Habrá inversores que prefieran tener el control ellos mismos de los valores que conforman su cartera y otros que se sientan más cómodos delegando la gestión de su patrimonio en un fondo de inversión. Pero hay un factor (el psicológico) que, a mi modo de ver, perjudica al inversor directo respecto al partícipe de un fondo. El primero tiene mucha más presión psicológica que el segundo. Él es el responsable único de las decisiones de inversión y, por lo tanto, tiene más posibilidades de caer en los típicos errores de comportamiento que cometen la mayoría de los inversores. El gestor de un fondo, por el contrario, no es que sea inmune a estos errores, pero ciertamente los minimiza.
Primero porque el dinero no es suyo (puede tener participaciones de su propio fondo evidentemente), y eso le sitúa en una posición menos sesgada comparado con el inversor o especulador por cuenta propia.
Segundo, porque muchas veces no trabaja solo. Suele estar acompañado por analistas y tiene que seguir unas pautas de inversión previamente definidas. Eso no significa que el inversor en fondos no comete “errores psicológicos”. Por supuesto que los comete (está demostrado, por ejemplo, que suele comprar en máximos y vender en mínimos), pero si tuviéramos estadísticas que compararan dentro de un mismo tipo de activo (acciones españolas, por ejemplo) los resultados obtenidos por la media de traders/especuladores/inversores directos frente a los resultados de la media de partícipes de fondos, tengo la sensación de que estos últimos obtendrían mayores rentabilidades.