Los mercados emergentes se han convertido en una alternativa de inversión popular. El flujo de capitales hacia la renta variable emergente ha llevado a esta clase de activo a registrar el mejor comportamiento de todas las grandes regiones de inversión (en USD) en lo que va de año. Sin embargo, ahora que tantos compradores entran en masa en unos mercados que todavía pueden ser bastante ilíquidos, ¿existe el riesgo de que las valoraciones dejen atrás a los fundamentales?
Fundamentales atractivos a largo plazo
Los argumentos que sustentan la inversión en los mercados emergentes son cada vez más conocidos. Se prevé que los países emergentes aporten dos tercios del crecimiento mundial del PIB este año, en un contexto en el que las tendencias de fuerte crecimiento estructural de estos mercados harán sombra a las expectativas más modestas del mundo desarrollado.
Ventajas demográficas. Las economías emergentes suelen disfrutar de las ventajas de una población activa más joven en la que la mayoría de los individuos está en edad de trabajar. Esto marca un claro contraste con muchos mercados desarrollados, donde el envejecimiento de la población está poniendo una presión creciente sobre los recursos públicos.
Trabajadores más cualificados. Muchos mercados emergentes inician su desarrollo con un modelo económico basado en manufacturas de bajo coste. A partir de ahí y con la mejora del nivel educativo, pueden avanzar hacia servicios de más valor añadido y sectores impulsados por la investigación. Este es un rasgo común de muchas economías de Asia. A medida que mejora la cualificación de la población aumenta el PIB per cápita. El margen de mejora en el futuro es considerable. Por ejemplo, el PIB per cápita de Japón es de 39.500 dólares, mientras que el de China es de tan sólo 3.500 dólares.
Recursos naturales. Las materias primas como el cobre, el oro y el platino abundan en los mercados emergentes. El 90% de las reservas de crudo probadas del mundo también se encuentran en los mercados emergentes. La demanda de energía y materias primas se está incrementando conforme se va recuperando la demanda mundial. En este sentido, los mercados emergentes siguen industrializándose y urbanizándose mientras que los mercados desarrollados todavía tienen que invertir los recursos de sus planes de estímulo, gran parte de los cuales son para proyectos de infraestructuras.
Cultura de consumo. La riqueza en los mercados emergentes está creciendo y se calcula que la población de renta media aumentará en 850 millones de personas sólo en Asia durante los próximos diez años. El resultado es una explosión de consumidores deseosos de emular los estilos de vida occidentales. Muchas de las grandes empresas de consumo ven cómo la mayor parte de su crecimiento se registra en los mercados emergentes.
Demanda interna. Conforme aumenta el consumo y se reinvierte la riqueza local en infraestructuras, los mercados emergentes ya no se ven a sí mismos como simplemente otro eslabón de la cadena de suministro mundial: se están convirtiendo en mercados finales en sí mismos y, por lo tanto, dependen menos del crecimiento económico occidental.
Cuando más sigue siendo menos
Estos atractivos rasgos de crecimiento han atraído a muchos nuevos inversores a las Bolsas de los mercados emergentes durante los últimos veinte años aproximadamente. En 1998 los mercados emergentes representaban sólo el 1% del universo de inversión mundial. Actualmente, representan el 13%2. En paralelo a esta evolución, el valor total de las acciones que cotiza libremente en bolsa ha pasado de 52.000 millones de dólares en 1998 a algo menos de 3 billones de dólares a finales de junio2. Pero incluso después de semejante aumento del interés de los inversores, muchos siguen infraponderados en esta clase de activo. El riesgo adicional que acompaña a la inversión en los mercados emergentes todavía puede disuadir a muchos inversores de disfrutar de las ventajas de esta vibrante clase de activo.
Heterogéneos, no homogéneos
Los que sí deciden adentrarse en los mercados emergentes a menudo cometen el error de pensar que es una clase de activo en la que existen las mismas oportunidades de crecimiento y, por lo tanto, valoraciones similares. La realidad no podía ser más diferente. Si bien los factores de crecimiento enumerados anteriormente son válidos para muchos de los mercados emergentes mundiales, algunas de las oportunidades que se derivan de ellos son más propias de Latinoamérica que, digamos, de Asia. Por ejemplo, el boom de las materias primas ha sido especialmente favorecedor para las naciones latinoamericanas, ricas en recursos.
La riqueza de la región se ha utilizado con éxito y ha dado lugar a productores líderes mundiales, como la chilena Codelco, el mayor productor de cobre del mundo, y la brasileña Vale, el mayor productor de mineral de hierro del mundo. Sin embargo, las materias primas no abundan tanto en Asia.
Asia, por el contrario, ha sido durante mucho tiempo una región clave para la fabricación de bajo coste pero ahora cada vez lo es más también para la innovación tecnológica, y así lo ponen de relieve las empresas taiwanesas Hon Hai Precision y Acer, que aumentan su cuota de mercado en sus sectores.
El resultado es que las perspectivas de crecimiento de las diferentes regiones del grupo de mercados emergentes mundiales varían dependiendo del entorno económico, el apetito de los inversores y la madurez relativa de los factores de crecimiento dentro de la región en cuestión. Por consiguiente, las Bolsas de los diferentes países pueden presentar composiciones sectoriales bastante diferentes, valoraciones diferentes y perfiles de riesgo-rentabilidad diferentes.
La cartera de mercados emergentes mundiales muestra un perfil de riesgo-rentabilidad atractivo frente a las distintas regiones que la componen. De hecho, desde una perspectiva de rentabilidad ajustada al riesgo, parece mejor que las alternativas que ofrece el mundo desarrollado. Los inversores podrían invertir en el grupo de mercados emergentes mundiales a través de un único fondo o, si desean adaptar el perfil de riesgo-rentabilidad a sus propios objetivos, creando una cartera internacional compuesta por fondos que invierten en cada una de las regiones que lo integran. Estos componentes regionales también podrían utilizarse como satélites de un único fondo de mercados emergentes mundiales para ajustar la cartera a las oportunidades de rentabilidad y reflejar mejor las tolerancias al riesgo de una persona. Sin embargo, conviene analizar si algunas regiones cotizan a niveles más atractivos que otras actualmente.
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